Yaneisy Rodríguez, defensa de Pumas: “Uso mi voz para hacer visible el racismo”

CIUDAD DE MÉXICO.- “Sangre zapoteca corre dentro de mí, mis ancestros pertenecen a una comunidad indígena en el municipio de San Andrés Paxtlán, Oaxaca, pero yo nací en Estados Unidos. Todo eso forma parte de mi identidad, y mediante el balón uso mi voz para dar visibilidad a mi cultura, así como luchar contra la discriminación a la que se enfrentan las mujeres indígenas y mexicoamericanas”, dice Yaneisy Rodríguez, defensa de los Pumas.

Su niñez estuvo impregnada de la práctica de deportes, como natación, atletismo, karate y, por supuesto, futbol. A los cinco años ya destacaba con el balón y desde entonces no lo ha soltado.

Sus padres

Era el México de 1994, el año de la devaluación del peso. Carmen Pérez conoció a Manuel Rodríguez en la Universidad Autónoma de Chapingo, ambos estudiaron Ingeniera Mecánica Agrícola. Fue en ese tiempo cuando nació su primera hija, Yaritza.

La situación económica a nivel nacional los llevó a tomar una decisión: emigrar a Estados Unidos en busca de una mejor oportunidad de vida. El señor Rodríguez se fue primero y la señora Pérez lo alcanzó, acompañada de su hija, un año después.

Manuel ingresó a suelo estadounidense sin complicaciones, pues contaba con la residencia permanente. Para Carmen la situación fue diferente, pues ella y Yaritza entraron en distintos automóviles con la ayuda de polleros (persona que transporta trabajadores indocumentados a Estados Unidos).

“Hubo una gran posibilidad de perder a mi hija, porque la entregué a gente desconocida. No entraré en detalles, pero la gente que nos pasó me pidió que hiciera ciertas cosas para poder cruzar al otro lado y que me entregaran a Yaritza. Hay abuso sexual y psicológico, pierdes el control por completo de tus decisiones. Si ahorita me preguntaras si lo volvería hacer, diría que no, que yo me hubiera preferido quedar en México”, narra Carmen, mamá de la futbolista, mientras el golpe de recuerdos inunda su rostro.

La familia se asentó en Richland, Washington, y la oportunidad de empleo la encontró en campos de sembradíos, recolectando cebollas y racimos de uvas. A la par que ambos trabajaban también se metieron a estudiar a la Universidad Estatal de Washington; Carmen estudió Biología, mientras que Manuel eligió Ingeniería Eléctrica.

Al principio el matrimonio contaba las monedas para el día a día, pero el trabajo duro y el amor por sus hijos no les permitió flaquear. A la primera hija, Yaritza, después se le unió Iovani, y Yaneisy fue la última en llegar a la familia, quien nació hace 21 años, en el Día Internacional de la Mujer, un presagio de que aquella niña se convertiría en una luchadora por los derechos de las mujeres.

Futbol los domingos

“Recuerdo que cuando era niña vivíamos en una casa rodante, aunque eso duró poco, porque mi mamá y papá pudieron comprar una casa. Ahora, a esta edad, me doy cuenta de que las cosas no fueron sencillas, de hecho, a diferencia de mis hermanos, se podría decir que a mí no me tocó sufrir. Le agradezco a mi familia por hacer lo imposible por darme una mejor vida”, comenta la jugadora de los Pumas.

El futbol se respiraba a cada instante en la casa de los Rodríguez. Cada domingo la familia iba a ver jugar al señor Manuel con el equipo del barrio. Al regresar, los niños salían a la calle a imaginar que ganaban el Mundial. Con cinco años de edad Yaneisy comenzó a jugar en un equipo de futbol mixto.

En un inicio, motivada por la admiración de su papá hacia Hugo Sánchez, la hija menor de los Rodríguez jugó como delantera, incluso imitaba la típica chilena del pentapichichi para beneplácito de su padre.

Yaneisy destacó entre sus compañeros y cuando creció encontró un obstáculo: en Richland ya no podía madurar más como futbolista. El entrenador de su equipo le recomendó ir a Portland para aspirar a ser una jugadora profesional. Al entrar a la secundaria tomó la decisión de mudarse allá para jugar en la Academia de Portland.

“Cuando Yaneisy me dijo que quería ser futbolista profesional se le iluminaron sus ojos como nunca. Me recordó cuando yo fui niña y tenía esa necesidad de querer conocer el mundo. Mis papás siempre me apoyaron, así que hice lo mismo con ella. Mi esposo y yo hablamos y él se mudó con ella a Portland”, explica Carmen.

Sus pininos

En la preparatoria Columbia River, Rodríguez conquistó dos títulos estatales y durante su última temporada en 2019 marcó 25 goles y dio 16 asistencias. También fue nombrada mejor jugadora de la región por el periódico The Columbian. Durante el tiempo en el que jugó ahí, Columbia River tuvo un récord de 74 victorias, 13 derrotas y tres empates.

Sin embargo, pese a los éxitos deportivos y académicos, la discriminación y racismo fueron una constante en su vida. Cuando tenía entre 7 y 10 años se negó a hablar acerca de la cultura mexicana en público, pues escuchaba cómo sus compañeros y profesores se referían a México de manera despectiva. Pero todo cambió cuando visitó por primera vez el país, concretamente Miahuatlán de Porfirio Díaz, municipio de Oaxaca en el que ahora residen sus abuelos.

Otro mundo

“Cuando estuve ahí con mi familia en Navidad mi mundo cambió por completo. Comer mole y pollo, bailar con mi familia, jugar futbol con los niños de ahí, escucharlos hablar en zapoteco y español, y el que me contaran su historia, la historia de mis ancestros, me hizo darme cuenta de que México forma parte de mí y también me hizo amar más mi cultura”.

Pero la discriminación continuó. Durante una clase en la preparatoria, el profesor le preguntó delante de sus compañeros si su familia contaba con papeles para estar en Estados Unidos o eran ilegales. Yaneisy no supo qué contestar, estaba confundida por el cuestionamiento.

En una ocasión, en 2017, cuando Donald Trump se convirtió en presidente de Estados Unidos, ella y su papá iban rumbo a la escuela cuando desde otro coche alguien les gritó: “¡Mexicanos, mejor regrésense a su país!”.

La futbolista, con un rostro hosco al recordar ese momento, menciona que le dolió escuchar eso. “Aún siento ese dolor cuando vi la cara de mi padre, porque mi papá desde un principio trabajó mucho para su familia, pero al final también aportó para ese país”.

Esos y otros episodios le permitieron comprender que con el futbol podría apoyar a quienes eran señalados de la misma manera. Cuando ingresó a la Universidad de Washington para estudiar la licenciatura en Comunicación, cambió de posición para formar parte de la defensa y se desempeñó como central y como lateral.

Entrenadora

Mientras estudiaba, también se convirtió en entrenadora de los equipos juveniles Sub-8 y Sub U-9 del Metro FC, en Portland, y del equipo femenil Sub-9 de los Timbers FC, de Washington. En 2020 fue convocada a un campamento de la Sub-20 y Maribel Domínguez, quien era la entrenadora de la categoría, le comentó que tendría mayor posibilidad de defender los colores de la selección mayor si jugaba en México.

Después de dos temporadas en la Universidad de Washington, Yaneisy, con la intención de cumplir su sueño para representar a la Selección Mexicana, se convirtió en futbolista profesional al firmar con el Necaxa para el torneo Clausura 2022. Sus buenas actuaciones con el conjunto que reside en Aguascalientes llamaron la atención de los Pumas, con quienes firmó en el Apertura 2022.

Busca empoderar a las jóvenes. Foto: Eduardo Miranda.

Sin embargo, la llegada a la Liga MX Femenil no resultó sencilla, pues, como en Estados Unidos, Yaneisy también fue discriminada. La jugadora no fue del todo bienvenida en un inicio, pues compañeras y rivales la hacían a un lado por no haber nacido en suelo nacional. También recibía burlas por “no hablar correctamente como mexicana”. Los fantasmas del rechazo volvieron.

“Mis primeros tres meses en Necaxa no sabía si había elegido el camino correcto. Lloré mucho. Afortunadamente el amor de mi familia y el apoyo de amigas que hice ahí me permitieron no desistir. Estoy orgullosa de lo que hice, estaba en un punto cómodo y cuando estás en un lugar así no creces”.

Actualmente Yaneisy es embajadora de la Fundación Deportiva ELLA, una organización sin fines de lucro cuya misión es empoderar a las jóvenes latinas para que se conviertan en líderes a través del deporte y la excelencia académica.

Además, por lo menos una vez al año visita Miahuatlán, no sólo para ver a sus abuelos, sino a las personas que viven ahí, a quienes, junto a su familia, les dona comida, balones de futbol y playeras de los Pumas.

Con una sonrisa, como a lo largo de la entrevista, Yaneisy asegura que aún tiene mucho por hacer en el terreno deportivo. Quiere representar a México en una Copa del Mundo, ganar un campeonato con los Pumas y jugar en Europa. Pero sus sueños no sólo se centran en el césped.

“La gente de Miahuatlán, quienes sufren de carencias sociales y a pesar de ello continúan sonriendo y trabajando duro, me hacen luchar y seguir apoyando a las mujeres latinas e indígenas. No tengo miedo de usar mi voz para hacer visible el racismo y discriminación a la que nos enfrentamos, alguien nos escuchará”, asegura.

Con información proceso.com.mx

Por: Redacción2
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